Esta es la primera entrada de una serie denominada «Habilidades de escritura académica». En ella se desea explicar, de manera breve y precisa, qué capacidades debe desarrollar una persona para escribir de forma correcta en el ámbito académico. Lo que se presentará en esta serie no pretende erigirse como el «deber ser» sobre cómo redactar un trabajo académico, sino una guía basada en la experiencia de nuestros asesores. Así, puedes tomar cualquiera de los consejos de esta y las futuras entradas y adaptarlas a tus necesidades, incluso mejorarlas, según sea conveniente para ti.
¿Qué es la claridad al escribir?
La claridad al escribir no es más que conseguir que el mensaje que se desea transmitir se haga llegar al objetivo de manera precisa, concisa y entendible. Por ejemplo, cuando alguien nos pide algo como «alcánzame el teléfono celular que dejé sobre la mesa de la sala», logramos entender la orden gracias a que esta condensa esos tres rasgos: es precisa porque hay una orden a seguir; es concisa porque emplea pocas palabras; es entendible porque la estructura usada para construir la frase es la convencional.
Por supuesto, en la escritura no entran en juego algunas cosas como el tono de voz o el ruido que pueda existir en el ambiente. Esto es una ventaja, dado que deberemos preocuparnos por menos factores. No obstante, también es una desventaja, dado que contamos con menos herramientas para exponer lo que se quiere decir. Todo ello debe considerarse en la escritura académica.
La claridad de la idea a escribir
Para escribir de manera clara, la idea que deseemos plasmar en el papel (digital o físico) debe ser, igualmente, clara. Una persona que domina un tema en su totalidad suele hablar de él con soltura y seguridad, sin dudas ni ambigüedades. Así, como sus conocimientos están consolidados en su mente, escribir sobre ellos será una acción casi natural.
Por esta razón, es necesario que leamos, aprendamos y dominemos el tema sobre el cual deseamos escribir. Redactar cualquier cosa sin un conocimiento previo a partir del cual podamos asirnos nos garantizaría encontrarnos con titubeos, dudas y otros obstáculos que terminarán por restar claridad a nuestro escrito. Si no sabemos nada de lo que deseamos redactar, sería análogo a decir esta instrucción: «Oye, alcánzame esto… ¿cómo es que se llama? Lo dejé en algún lado».
Orden en la escritura académica
Nos lo dicen en la escuela primaria y secundaria. También en la universidad. Aun así, no es raro ver algunas frases como la siguiente: «Bajo la mesa de la sala consiguió el teléfono celular María». La frase es sencilla y por supuesto logra entenderse, pero su estructura es desordenada y nada intuitiva. Esto ocurre porque, en ese ejemplo, no se ha respetado la fórmula de toda la vida: sujeto + verbo + predicado.
Esto se vuelve fundamental cuando se trata de la escritura académica. No es lo mismo escribir «Sometidas a humillaciones indígenas las mujeres eran todos los días», que «Las mujeres indígenas eran sometidas a humillaciones todos los días». Se usan las mismas palabras, pero el significado de ambas es diferente. La primera oración facilita que un lector inexperto en el tema o descontextualizado sobre el asunto confunda el mensaje, mientras que en la segunda no hay espacio para la duda.
Invertir el orden de la fórmula «sujeto + verbo + predicado» suele ser común, incluso en escritores avezados. Lo bueno es que esto se puede solucionar con una o dos revisiones de lo redactado (relecturas) y manteniendo presente el orden correcto de las palabras.
Brevedad
Una habilidad deseable al momento de escribir es la de saber concretar las ideas en unas pocas palabras. A menos se utilicen, mejor, siempre y cuando no se comprometa el sentido del mensaje. Un escrito no mejora por más palabras que se incluyan en cada frase. Al contrario: puede volverse confuso y aburrido. En la escritura académica es esencial evitar la redundancia y la oscuridad de la redacción en todo momento.
Un ejemplo de esto último: «el objetivo del estudio que se presenta en las siguientes líneas está relacionado con la búsqueda de una correlación de orden estadístico entre la variable dependiente denominada rendimiento académico y la variable independiente nombrada como nivel socioeconómico en una muestra seleccionada por muestreo no probabilístico por conveniencia de estudiantes de noveno grado de educación general básica de la Unidad Educativa Ficticia durante el período 2023-2024».
Resulta evidente que esa «frase» es innecesariamente extensa. Bastaba con poner «el objetivo es determinar la correlación entre el rendimiento académico y el nivel socioeconómico en los estudiantes de noveno grado de la Unidad Educativa Ficticia durante el período 2023-2024». En este ejemplo se pasó de 65 a 29 palabras, y la idea que se desea transmitir se conservó.
Llenar una página entera con palabras redundantes y pomposas puede ayudarte a escribir un ensayo de cinco páginas en treinta minutos, pero también te garantiza tener una alta probabilidad de reprobar esa evaluación. La cantidad no se relaciona con la calidad ni con la claridad. Extiéndete tanto como sea necesario en una idea principal a partir de las secundarias, pero nunca las estires añadiendo palabras vacuas que no aportan a la claridad. Recuerda: la escritura académica debe buscar la transmisión de información de manera eficiente.
Piensa. Luego, escribe
Antes de escribir una frase, piensa lo que quieres expresar. Escribe una lista con la palabra clave de cada idea que pretendes plasmar. Una vez la tengas, imagina el párrafo que quieres redactar. Luego de todo eso, teclea. Al terminar, lee lo que has escrito y corrige los errores. Léelo en voz alta. Si suena bien, es porque probablemente lo esté. Solo entonces, pasa al siguiente párrafo.
Pensar antes de escribir es necesario si deseamos que la claridad nos acompañe a lo largo de un texto. Esto puede llegar a ser un proceso lento y algo tedioso, pero es casi una garantía de éxito, sea lo que sea que se busque escribir.
No te pierdas la siguiente entrada de esta serie. Si te ha gustado, no olvides compartir el enlace con tus amigos y compañeros de estudio. ADCAPRO tiene otras entradas en el blog que, quizás, puedan interesarle.